Más de la mitad de las argentinas y los argentinos usan las redes sociales de manera pasiva y lee libros al menos algunos días a la semana, mayormente en papel, en tanto que la mayoría están “muy informados”, según los resultados que arrojó una encuesta digital de consumos culturales sobre las tendencias, hábitos y expectativas en relación con la cultura y sus expresiones.
¿Cuál es la relación que los argentinos y las argentinas tenemos con la cultura? ¿Cómo valoramos ese enorme campo llamado cultura que en definitiva es un entramado simbólico de significaciones, prácticas y sentidos que nos coloca en una perspectiva, una historia, un presente?
Desde la poco habitual asistencia a espectáculos y obras de teatro por cuestiones económicas, la persistencia de la tradición del hábito de la lectura, la cotidianidad de las redes sociales, la preeminencia de la radio, la consolidación de formatos como los podcast –aún “de nicho” porque la proporción de oyentes semanales es baja–, hasta el crecimiento sin tope del streaming o la baja asistencia a museos, los datos de este informe comprueban y desmitifican lo que pasa con los consumos culturales.
En primer lugar, las redes sociales: el 94% de los encuestados dijo usar diariamente estas plataformas, independientemente de la edad, el género o el tamaño del lugar donde viven. Sin embargo, a pesar de esta presencia mayoritaria, solo la mitad tienen un uso activo en las redes, el resto las usa “pasivamente” para observar o informarse. Parece que el tiempo de las videollamadas que marcó mucho la forma de socialización de 2020 quedó atrás. “El 91% respondió negativamente frente al 9% que sí dice hacer videollamadas”.
Estos son algunos de los hallazgos que destaca como relevante el investigador Mario Riorda, director de la Maestría en Comunicación Política de la Universidad Austral, uno de los responsables del diseño y metodología de la encuesta. “Lo digital está presente en todo, pero no excluye a lo analógico”pero “se da algo así como que todos consumen de todo, aunque son los jóvenes los que tienen una dependencia total de su celular para todo: redes, música, series, chatear, etcétera”, dice el investigador.
En este sentido, el especialista incorpora otro dato y es que “las personas en Argentina están muy informadas. Son grandes consumidoras de noticias de política y actualidad. Incluso, aunque no es actualidad, en Argentina se consumen muchos programas didácticos, culturales o documentales”. De acuerdo con las cifras de la encuesta, el 38% indicó consumir con frecuencia ese tipo de lecturas. También la radio y sus noticieros tienen una incidencia fuerte, porque el 61% dijo escucharlos habitualmente.
Hablando de lecturas, el informe sostiene que las argentinas y los argentinos leen libros y “mucho”. Más de la mitad dice leer todos los días o algunos días de la semana. Como es de esperar, la lectura en soporte digital aumenta “significativamente” en jóvenes de 15 a 24 años, mientras que los mayores de 60 años llevan un poquito la delantera en frecuencia lectora.
Más allá del tipo de género, dentro de los consumos culturales “tradicionales”, la lectura parece vivir un buen presente en relación con otros como el teatro. ¿Cómo interpretar este dato? “Lo primero –responde Riorda– es por el costo y la accesibilidad comparada con otros consumos. La lectura se consume en libros, pero también desde un celular, como es ya la práctica mayoritaria de los jóvenes.
Aunque la agenda de recitales parece copar los estadios de las ciudades de la Argentina, la encuesta refleja que la mitad de la población no asiste, y apenas un tercio lo tiene como consumo ocasional. En este fenómeno, el factor económico es finalmente el gran determinante, identifica Riorda.
Por otro lado, el estudio se detiene en la valoración que tiene la cultura. “Cuando decimos que la cultura tiene buena fama es porque todas las preguntas en torno a ella superan el 80% de conformidad. La ven como sinónimo de crecimiento personal, como herramienta para promover el diálogo y la convivencia en nuestra sociedad; porque cree que el consumo hace a un país mejor, porque es la mejor forma de recreación; porque los hábitos culturales te dan la posibilidad de introspección y reflexión personal; porque consumir cultura permite relajarse y evitar la ansiedad y la angustia”, describe el investigador.
No importa cuál sea la predominante, lo que sí importa es que lo cultural es un goce, una satisfacción y quizás, también esté atravesado por tradiciones históricas de una sociedad que aspira a un estándar de educación comparativamente significativo, así como también a la posibilidad del uso del tiempo libre como situación pospandémica.
Fuente Telam
REDACCION RADIO VENDIMIA











